sábado, 22 de junio de 2013

La Caída del Gigante -Capítulo VII. La matanza de Riften-

La humedad de la celda resentía sus viejos huesos, ni siquiera las ratas se acercaban a su huesudo cuerpo, ya ni siquiera recordaba cuanto tiempo llevaba en esa prisión, cada día los barrotes le parecían mas cercanos, la tenue luz del sol que entraba por un resquicio del techo le parecía cada día mas lejana, aoenas comía, y sólo la humedad de las paredes le saciaba la sed.

Grimdol llevaba largo tiempo encerrado, y a pocos metros de él, separado por fuertes barrotes, estaba Rogbir, que estaba aún mas demacrado, no hablaban, no tenían fuerzas para hacerlo, pasaban las horas tumbados en sendos camastros a medio hacer. Una espesa barba llena de pulgas y suciedad les cubría el rostro, y los huesos de las costillas les adornaban el pecho.

Parecía que ese sería el final que les aguardaba a ambos, pues Maven ni siquiera recordaba que estaban allí metidos, y el carcelero pasaba una vez cada dos o incluso tres días, para asegurarse de que los presos aún se movían.

-Por los Nueve, ¿cuanto mas vamos a estar aquí encerrados?. Dijo en voz baja Grimdol, mientras Rogbir le miraba con ojos vacíos.

-No lo se..., y por Talos que se salgo me vengaré de la zorra de Maven Espino Negro... Rogbir se incorporó sobre su lecho para maldecir a su captora.

-Que los dioses te oigan Rogbir..., que los dioses te oigan...


Mientras ambos presos conversaban, a las afueras de Riften, en el campamento imperial, la legada Rikke recibía la visita del General Tulio.
Rikke se había ganado una gran fama tras la guerra civil, y el general se mostraba muy complacido de la lealtad y servidumbre de su mas fiel colaboradora. Tulio había venido expresamente desde Soledad para encargar a Rikke la misión mas difícil de toda su vida. Nada menos que la captura del asesino de Balgruuf el Grande.

-¿Y bien Rikke?, si completas esta misión con éxito, el emperador te concederá un ascenso y la riqueza de toda una vida, pero si fracasas..., bueno, si fracasas ese misterioso asesino se encargará de tí. Dijo Tulio tajantemente.

La legada se quedó de piedra al oír las palabras del general, sin duda si la misión tenía éxito, su vida cambiaría para siempre, de no ser así, la muerte era segura, noticias recientes hablaban de la masacre de una de las granjas cercanas a Riften, una veintena de personas habían sido mutiladas y descuartizadas, la sangre pintaba el macabro paisaje, y los cuervos y demás alimañas se daban un brutal festín de vísceras y cuerpos desmembrados.

No podía elegir, el propio emperador había elegido a Rikke para esa misión, y nadie contradecía al emperador Tito Mede II, pero lo que Rikke no sabía, era que su misión no había echo sino comenzar, pues le aguardaba un futuro muy distinto al prometido por el general.

Para el General Tulio

Escribo estas líneas por orden de nuestro querido emperador Tito Mede II, el cual, expresa abiertamente su deseo de que este misterioso asesino sea detenido.
Hemos recibido excelentes indicaciones sobre la legada Rikke, y el emperador espera que sea ella quien tome el mando de la operación, con crédito ilimitado, sea como fuere el desenlace de tan turbia historia, usted recibirá los honores propios, en cuanto a la legada Rikke, recibirá una justa recompensa si consigue capturar y llevar vivo a Soledad a este misterioso asesino, de lo contrario le enviaremos un nuevo legado de nuestras reservas.

Atentamente, Agmor Runa Noble, escriba de su majestad Tito Mede II.

Esta era la carta que había recibido el general Tulio recientemente.

Entretanto, y en el reino de Molag Bal, el príncipe daédrico y su fiel adalid, preparaban un nuevo asalto, esta vez sobre la ciudad de Riften, donde debía asestar un golpe letal al régimen de los Espino Negro, asesinando a la matriarca de la familia, Maven, la cual, había cabreado al príncipe daedra en varias ocasiones que Molag Bal no quiso comentar.

-Esta vez será mas complicado, Maven no es precisamente un objetivo fácil, estará bien protegida, pero nada que no puedas manejar, entrarás por la noche, asesinarás a los guardias y rápidamente cortarás la cabeza de esa víbora traidora, quiero que me la traigas y la pongas a mis pies, que así quede dicho y así se haga. El señor daédrico despidió a Mors mientras este entraba por un portal que le dejaría en uno de los callejones de la ciudad.

Riften estaba en completo silencio, no habían nadie en las calles, ni siquiera se veían guardias, pero no le importaba, tanto mejor para el y tanto peor para Maven. Avanzó por las callejuelas hasta alcanzar el Bastión Velo Brumoso, donde irrumpió como un titan tras aplastar la puerta, dentro no había nadie, eso era aún mas raro, ni guardias ni sirvientes, sólo la luz de la hoguera central arrojaba algo de vida a la estancia.
Entonces se vio la trampa, Rikke emergió entre las sombras para ponerse frente al asesino misterioso, mientras otros hombres atrancaban y apuntalaban las puertas desde fuera.

La diferencia de tamaño entre ambos combatientes era notable, si bien Rikke era una guerrera experimentada, Mors la superaba en tamaño y fuerza.
Mors decidió hacer uso de un mandoble gigantesco y reservar la maza para el final, y desenfundó el potente espadón ante el asombro de su contrincante, mientras, Rikke desenfundó su espada fabricada en la Forja del Cielo, portando también un escudo de acero.

Comenzó el combate singular en el que ambos repartieron golpes, Rikke mucho mas rápida con su espada, lanzó varias estocadas hacia el estómago de Mors, pero su potente armadura desvió todo daño físico, a tiempo que resistía los ataques de la legada, el gigante cargaba su espadón sobre ella, pero el escudo, aún resistente protegía su figura de tan atroz arma. Uno, dos y hasta tres golpes asentó el escudo antes de quebrarse, pero al final cedió dejando a Rikke desprotegida y a merced de su enemigo.

-Mírame a los ojos mujer, observa el poder ilimitado de Molag Bal. Mors estaba extasiado por tan fácil victoria. Cargó una vez mas su arma, esta vez como si se tratase de una lanza, y atravesó con ella el torso de la legada que se desplomó en un charco de su propia sangre.
El combate había terminado, y el vencedor contemplaba el cuerpo sin vida de su oponente, sonriendo, también pudo ver cómo el resto de soldados huían dejando a la soberana de Riften a merced del asesino.

Maven había confiado en exceso en la estratagema del Imperio, creyendo que la trampa sería un éxito decidió no huir de su castillo. Aguardaba sentada al borde de su cama, impasible, seria y gélida como el hielo.

El asesino se acercó a su objetivo empuñando la maza que su señor le había entregado, pero antes de que pudiese poner punto y final a su tarea, un grupo de guardias irrumpió en la estancia, Maven no se movió de su sitio, y se quedó inmóvil mientras veía cómo aquel extraño destrozaba a los soldados. Utilizando la maza de Molag Bal, Mors destrozó brazos, escudos, cráneos y cuerpos por igual, en un torbellino de sangre y trozos de hueso, las paredes quedaron salpicadas de sangre, en el suelo, un reguero de cadáveres adornaban de manera grotesca la habitación de Maven, pero ella no se movió.

Ahora si no había nada que se interpusiera entre ambos, ella cerró los ojos, haciendo acopio de todo el honor y la dignidad que le quedaban, cruzó los brazos esperando el fatal desenlace, pero algo inesperado hizo que Mors quedase paralizado.
Una de las piedras de la pared se movió, y de ella emergieron dos figuras humanas, delgadas y sucias, de espesa barba y de aspecto demacrado, sin duda se trataba de Rogbir y de Grimdol, que aprovechando la confusión y el estruendo, habían robado la llave al estúpido carcelero, y habían conseguido escapar.

Se hizo el completo silencio, Maven continuaba sentada al borde de la cama, tras ella, Mors con la maza ensangrentada de la mano, y frente a ambos, los dos prófugos, al instante, Grimdol reconoció a su hijo adoptivo, y quedó horrorizado de lo que vio, cuando Mors se quitó el yelmo dejó al descubierto su macabro rostro, también había reconocido a su padre.

-¿Mors?, ¿que te ha pasado?, ¿que te han echo?... Grimdol hico ver su decepción y su tristeza.

Una lágrima resbalaba por su demacrado rostro, agachó la cabeza y se tapó el rostro con ambas manos, el cansancio y la tristeza se apoderaron de el y cayó de rodillas mientras sollozaba como un infante.

El que un día fuese un joven con una buena familia, ahora se había convertido en un terrorífico asesino a las órdenes de un dios daédrico, pero Grimdol no quería creerlo, e intentó disuadir a su hijo de que hiciera lo correcto y renunciase al poder de Molag Bal, pero fue en vano, y sin mediar palabra, Mors estrelló su maza en la cabeza de Maven, que cayó a los pies de la cama, ante la mirada de los prisioneros.

Grimdol no podía creer en lo que se había convertido su hijo, era una bestia sin entrañas, cualquier sentimiento humano que albergara se había desvanecido, y ahora temía por su vida, sin duda les mataría a ambos también, pero no fue así, sin mediar palabra, dió media vuelta y dejó a ambos allí con el cadáver aun sangrante de la soberana de Riften.

De camino a la salida, Mors dio muerte a cuantos guardias, civiles y sirvientes se encontró, hasta llegar al portal que le abrió su amo instantes después, al menos una treintena de personas perecieron aquel fatídico día. Nadie que se interpuso en el camino del gigante sobrevivió, nadie, excepto la legada Rikke, que recibió una visita inesperada mientras agonizaba en un charco de su propia sangre.

Rikke era una nórdica de nacimiento, pero defensora del imperio, por lo cual había renunciado al culto al dios Talos, pero el dios tenía otros planes para Rikke, y no iba a dejarla morir por el momento.

-Despierta legada, aún no ha llegado tu hora, aún tienes una última batalla que librar, y yo te ayudaré a derrotar al pérfido asesino y a su amo, juntos entablaremos batalla en el mismo reino que les dio forma, juntos combatiremos hombro con hombro y venceremos a tan peligroso aliado, por ello te otorgaré mi poder, para que seas mi adalid y puedas enfrentarte al poder de Molag Bal, en su propio reino. Mientras hablaba, puso sus manos espectrales en el pecho herido de Rikke, cauterizando su herida e insuflándole vida al cuerpo casi inerte de la legada que apenas podía oír al dios al que había dado de lado tiempo atrás.

-Despierta Rikke... despierta...

Hasta aquí el séptimo capítulo.

Salve Compañeros











1 comentario:

  1. Sinceramente, el mejor capítulo hasta ahora, en el que quedan claros los papeles de adalid del bien y adalid del mal. Aún así, te aconsejo describir las cosas con más calma, y narrar con frases más cortas y encadenadas, en vez de interminables párrafos con miles de comas.
    También, por favor, podrías usar un corrector ortográfico ("ha" en vez de "a"); todo sea dicho sin ánimo de ofender. Por favor continua, me está encantando tu historia.

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