viernes, 7 de junio de 2013

La Caída del Gigante -Capítulo V. Ventalia-

El comité de bienvenida dio un pase especial para Sibbis y los suyos, debido a la reciente oleada de ataques de los casi extintos Capas de la Tormenta, el nuevo Jarl Brunwulf Invierno Libre, había extremado la seguridad, sólo los extranjeros con acreditación podían pasar a la ciudad, mas aún con la cantidad de gente de todas partes que venía expresamente para ver las exóticas criaturas de Sibbis.



Gatos sables, arañas congeladoras, un falmer encadenado, un horker de piel blanca como la nieve..., en resumen, Sibbis iba recogiendo por el camino todo aquello que le parecía extravagante o raro, pero en este caso, su atracción estrella no era ningún animal, sino un joven infante deforme y grotesco. El niño iba enjaulado en uno de los carruajes, y al pasar por delante de la gente, que le miraban con desprecio, no podía redimir sus lágrimas, ante el jolgorio y regocijo de los habitantes de Ventalia, que no se cohibían de tirarle piedras, frutas podridas o incluso excrementos de animales, cuando menos animales.

-¿Lo ves niño?, la gente quiere verte, serás mi gran atracción este año, y pienso enriquecerme gracias a ti. Sin duda el lagarto no tenía escrúpulos, para el todo era un negocio del que podía sacar una buena tajada.

Cuando hubieron entrado todos los feriantes, mercaderes ambulantes, buhoneros y demás acompañantes del séquito de Sibbis, los guardias cerraron las puertas de la ciudad, la seguridad se extremó, ya que después de la muerte del anterior Jarl de la ciudad, Ulfric Capa de la Tormenta, los últimos reductos de sus soldados aún intentaban en vano, rehacerse y contraatacar, por eso se dobló el número de guardias en Ventalia.

-¡Quiero que esté todo preparado en menos de una hora!. Gritaba Sibbis a sus hombres mientras dirigía todas las operaciones. -¡Quiero que las bestias salgan primero!, Balok, tu saldrás con el gato sable, hazle hacer un par de trucos y te retiras. Ibbis, querida hermana, tu saldrás con el falmer, ponle un traje divertido, quizás el de bufón, si, eso estará bien, maltratarle un poco, que la gente se ría. Sibbis parecía tenerlo todo bajo control, pero se reservaba al pequeño Mors para el gran final, estaba pensando si meter al niño en un corral lleno de Skeevers furiosos y hambrientos, o quizás en un tanque lleno de peces asesinos, sin duda era un hombre cruel y despiadado.

En poco menos de una hora, el momento que todos esperaban había llegado, Sibbis, ataviado con un elegante traje negro salió a escena, su lengua viperina recorrió su hocico de lagarto,y mientras iba alagando al público, dos hombres traían consigo una enorme jaula, dentro, un peligroso gato sable rugía y se lanzaba contra los barrotes de su celda.

-¡Justo detrás de mí, una de las bestias mas peligrosas de Skyrim, un asesino voraz y silencioso, un gato sable capturado en las cercanías de Riften!, ¡ahora, nuestro domador Balok nos mostrará cómo es capaz de obligar a la bestia a servir a sus órdenes, Balok, cuando quieras!. Sibbis sonreía, todo salía a la perfección, y nada le estropearía su momento de gloria.

El enorme gato sable saltó de la jaula cuando los dos porteadores la abrieron, y, se fue acercando peligrosamente al domador, que le miraba con firmeza mientras sostenía un látigo lleno de púas, de un golpe, el domador consiguió su propósito, obligar al gigantesco felino a retroceder y asentar sus patas traseras, con otro golpe, Balok fue conduciendo al gato sable hacia una banqueta un tanto elevada, en la que consiguió subir al felino de otro latigazo. La gente ensordecía Ventalia con sus aplausos, mientras Sibbis levantaba la cabeza con aires de superioridad.

-¡Un fuerte aplauso para Balok y su gato sable!, ahora, mi querida hermana Ibbis nos trae algo tan divertido como peligroso, ¿quienes de los aquí presentes a visto alguna vez un falmer?, un elfo de las nieves para mas conocimiento, ¡pues sí, señoras y señores!, en mis viajes encontré uno herido de una flecha en un camino cercano a Puente del Dragón, y desde entonces nos acompaña en nuestro viaje. ¡Les presento al bufón blanco!. Sibbis se agrandaba con cada aplauso que recibía, estaba perdiendo por momentos el control de la situación, ya que estaba extasiado de orgullo.

La argoniana llamada Ibbis, entró en escena dando brincos y bailando al son de la música, justo detrás de ella, entró el falmer, ridículamente vestido como un bufón, mientras intentaba deshacerse de las cadenas que le ataban. Ibbis cogió la cadena del elfo de las nieves y le hizo mil y una diabluras, obligando al cautivo deslizarse por mantequilla esparcida por el suelo, le golpeó con una espada de madera, le colocó una guirnalda de flores..., entre otras cosas, mientras la gente reía sin parar y se mofaba de aquel pobre y desdichado falmer que bien querría que le matasen en aquel momento.

-¡Gracias Ibbis!, espero que os haya divertido este número, ahora viene algo un tanto mas peligroso, un escupidor de fuego, e inmediatamente después estará con nosotros Argus, con sus arañas equilibristas. Sibbis se retiró dejando a su hermana al cargo de la actuación, y se dirigió a la estancia del pequeño Mors, para ver que tal se encontraba su atracción estrella.

Cuando entró en el carruaje en el cual se encontraba la jaula, se percató de que había alguien mas allí, y que la jaula estaba vacía, algo o alguien había roto los barrotes y había liberado al infante. Sibbis hizo ver su enfado mientras gritaba y maldecía en la oscuridad del carruaje, fue entonces cuando una figura de gran tamaño se irguió ante él, parecía humano, pero sus ojos eran de un color amarillento, sin duda se trataba de un vampiro, pero lo que Sibbis se preguntaba era que hacía allí ese personaje.

-¿Quien eres?, ¿cómo osas interrumpirme en mi día de gloria?, ¿que quieres?. Sibbis estaba seguro de que sin duda quería robarle su actuación estrella, pero se preguntaba el porque.

-Silencio mortal, me envía el mismísimo Molag Bal, para recordarte que tienes una cuenta pendiente con él, no te dará mas tiempo, le debes un alma, y he decidido entregarle la de éste niño. Aquel hombre hablaba con firmeza, mirando a los ojos de Sibbis casi sin parpadear.

-Dile a tu señor daédrico que aún tengo tiempo de sobra para devolverle el alma que le prometí, y que deseo seguir gozando de ése privilegio. Sibbis se veía muy seguro, inconsciente del peligro que corría.

-No Sibbis, hace ya diez años que el señor daédrico te devolvió la vida a cambio de diez almas, y sólo le has entregado nueve hasta la fecha, desde que entregaste a Artis, tu supuesta querida esposa, eras tan vil y cruel que estás dispuesto a entregar a quien sea por tus propios fines, y eso a enfurecido demasiado a mi señor, por eso ha decido acortar el plazo, si no me entregas este alma, la tuya propia servirá como pago, no hay alternativa. Ahora las cartas estaban encima de la mesa, Sibbis tendría que decidir o bien entregaba al niño que le haría extremadamente rico, o bien se sometía a una vida de servidumbre.

-Yo..., está bien, llévate al niño, pero dile a tu dueño que le maldeciré hasta el fin de mis días y ojalá su influencia en este mundo se vea truncada allá por donde pise. Las maldiciones de Sibbis no parecían afectar al vampiro.

Pero justo antes de que este desapareciese, una figura fantasmal apareció de la nada, no tenía una forma concreta, pero sin duda se trataba del señor daédrico Molag Bal.

-¡¿ASÍ ES COMO PAGAS LA MAGNANIMIDAD DE TU SEÑOR?!, ¡ESTÁ BIEN SIBBIS!, AHORA YO MOLAG BAL, SEÑOR DAÉDRICO DE LA DOMINACIÓN Y LA ESCLAVITUD TE CONDENO A SERVIRME PARA SIEMPRE, QUE ASÍ QUEDE DICHO Y ASÍ SE HAGA. El dios daédrico pronunció unas palabras en un idioma desconocido, y ante los llantos y súplicas de Sibbis, conjuró unas cadenas que apresaron al argoniano haciendo desaparecer a este, y dejando al dios con el infante y su siervo.

-Ahora niño vendrás conmigo, tienes el potencial suficiente como para servirme de adalid, serás mi mano, mis ojos y mi boca en Skyrim, sólo nos resta prepararte para ello, Jogos, lleva al infante a mi templo en Markath, sin que nadie te vea..., allí comenzará el entrenamiento...

Aquí concluye el capítulo, este sorprendente giro de los acontecimientos se me ocurrió mientras jugaba Skyrim en la misión daédrica ''La casa de los horrores''. 
Espero que os esté gustanto leerlo, tanto como a mí escribirlo.

Salve Compañeros.















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