lunes, 20 de mayo de 2013

La Caída del Gigante - Prólogo -

Carrera Blanca estaba en calma, hacía ya varios días que no cesaba la llovizna, no se oía prácticamente nada, todo estaba tan tranquilo que mas bien parecía una ciudad fantasma.

 Dorfi, un pastor proveniente de la comarca de la Grieta había ido a consultar a Olava la Débil acerca de su porvenir, ya que, no hacía mucho, su mujer, Lena, se había quedado embarazada y su marido, era muy supersticiosos y se captaba de rezar a los Nueve para asegurarse un futuro propicio.



Olava era una vidente que, por un precio adecuado, podía ver el futuro, y Dorfi, deseoso de recibir esa visión, vendió casi todo su ganado para poder comprar un zafiro perfecto con que pagar a la vidente.

Dorfi se plantó ante la puerta de la anciana y tocó la puerta, bastaron unos segundos para que Olava abriese la puerta y le invitase a pasar. El pastor le ofreció el zafiro a cambio de sus servicios y la anciana aceptó encantada.

-Bien Dorfi, así que quieres que la vieja Olava te diga que será de ti y los tuyos en un futuro, bien, bien..., voy a empezar, déjame un poco de espacio... -Olava se incorporó y sus ojos se tornaron totalmente hasta hacer desaparecer sus pupilas.

-Veo..., no puedo creer lo que veo, ¡escúchame Dorfi de Riften!, ¡el hijo que esperas traerá la destrucción a este mundo!, ¡debes matarlo Dorfi!..., espera..., veo algo mas, se trata de tu mujer, morirá si da a luz al niño, y tu..., tu también morirás Dorgi..., tu hijo, tu hijo debe morir, ¡debes hacerlo!..., y ya no veo nada mas..., ahora déjame, estoy cansada... - Dorfi estaba aún conmocionado por la predicción de la vidente.

Mientras salía de la casa de Olava, Dorfi miraba al cielo, ¿porque los Nueve le habían de maldecir con tal desastre?, ahora debía elegir, matar a su primogénito, un hijo que hacía años que su mujer y él esperaban, o por el contrario hacer caso omiso de la predicción de la anciana y continuar con su vida como si nunca hubiese pasado nada. Y así llegó hasta los establos para coger un carruaje que le devolviese de vuelta a casa.

Durante el camino no hacía mas que pensar en lo sucedido en casa de la vidente, y su cabeza parecía contradecir a su corazón, si la anciana estaba en lo cierto, sería el responsable de la destrucción de Skyrim, de lo contrario habría vendido casi todo su ganado para nada, y el mal tiempo se avecinaba y el invierno en Skyrim para un pobre pastor podría ser muy duro, aunque Dorfi no lo sabía, esa era la menor de sus preocupaciones...

-Bien amigo pues ya hemos llegado, serán 20 septims. -El conductor del carro parecía darse cuenta de que Dorfi no tenía con que pagarle.

-Lo siento amigo, pero no puedo pagarle, necesito volver a casa, si quiere puede acompañarme, mi mujer es una estupenda cocinera, puede quedarse con nosotros hasta mañana..., es lo único con lo que puedo pagarle. -La cara de Dorfi reflejaba la vergüenza que le suponía no poder permitirse ni un viaje hasta su propia casa. A pesar de eso, el conductor del carro, simpatizó con el pobre pastor y le perdonó la deuda.

De camino a su casa, un poco alejada del ajetreo de la ciudad, Dorfi se encontró con algunos de los habitantes de la zona, que le preguntaban acerca del embarazo de su mujer, él, cabizbajo, se limitaba a asentir y continuar el camino, hasta llegar a su casa donde su esposa, Lena, le esperaba con impaciencia.
Dorfi le contó lo ocurrido en Carrera Blanca mientras ella escuchaba con atención.

Los ojos de Lena llenaron de lágrimas cuando Dorfi le contó que si daba a luz, el mundo tal y como lo conocían hasta ahora sería destruido, pero le aseguraba que también podía equivocarse, aunque de ésta manera significaría su propia destrucción, pues no tendrían con qué pasar el invierno, y lo peor era que el pequeño vendría al mundo casi con la llegada del invierno...

-Saldremos de ésta amor mio, la vieja Olava puede haberse equivocado y mientras nos tengamos el uno al otro nada importa. -Lena siempre había sido una mujer muy positiva, pero hasta ella sabía que las cosas adquirían un mal cariz con respecto a ellos.

-Que los Nueve te oigan Lena..., que los Nueve te oigan... -Dorfi se sabía en una grave situación, apenas les quedaban víveres y un par de cabezas de ganado para aguantar el crudo invierno nórdico. Lobos, osos, bandidos..., esos eran algunos de los peligros a los que tenían que enfrentarse cada invierno, pero no le importaba, era su hijo, su primogénito, llevaban mucho tiempo queriendo tener un niño y, ahora que lo habían conseguido, su superstición se la había jugado, ahora sólo podía rezar a los Nueve para que intercedieran por él y le fuesen benévolos.


Sólo podía rezar...






Espero que este primer capítulo os haya gustado, sólo es una introducción de la historia.
El siguiente capítulo será mas extenso.

Salve Compañeros.











2 comentarios:

  1. Bienvenido al blog Javi.

    Como podéis leer, se trata de un nuevo autor que compartirá la historia "La Caída del Gigante" con todos nosotros en el blog.

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  2. Genial, me gusta como está escrita la historia de Sheen pero se agradece este soplo de aire fresco. Ánimo a ambos!

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