lunes, 23 de abril de 2012

12 - Fuerte Kastav


Tirdas, 22º Ultima Semilla

Esta mañana me cuesta levantarme bastante, tengo la boca pastosa y un ligero dolor de cabeza. El vino de anoche con Stenvar me pasa factura y apenas he podido pegar ojo, así que decido levantarme y ponerme en marcha hacia Hibernalia. El aire fresco me despejará y el camino disipará estos malestares tan incómodos. Abanadono la habitación una vez me he vestido y he colocado las cosas en mi mochila (cada vez más pesada). Al salir me ofrecen un desayuno, el estómago me da un vuelco e intentando evitar echar las tripas en la entrada de la posada, lo rechazo con un torpe movimiento con la mano y salgo de la posada.


Apenas doy dos pasos en el exterior y el frío me despeja de golpe. No recordaba practicamente dónde estaba, tan al norte, y el congelado aire salpicado por unos copos que auguran una intensa nevada consiguen que me replanteé el quedarme un día más en Ventalia. Finalmente me embozo con la capa y la túnica y marcho hacia mi destino atravesando las desiertas calles de la ciudad. En la puerta los guardias me miran sospechosos pero no me dicen nada al pasar cerca de ellos, con lo que me encuentro en el largo paso hasta el camino, es allí donde conozco a uno de los lugareños (llamado Ulundil) con el que trabo una corta conversación.

A primera hora me pongo en marcha hacia Hibernalia.

Las calles y accesos a la ciudad están desiertos.

Ulundil me avisa de Fuerte Kastav, pero no hay otra ruta alternativa...
Con Ulundil converso un rato acerca de mi viaje a Hibernalia y me advierte del paso por el fuerte Kastav que, por lo que me cuenta, ha sido ocupado por una agresivísima banda de nigromantes que se valen de sus legiones de esqueletos para acabar con los viajeros que se adentran por ahí. Me comenta que una partida de capas de la tormenta salió hace poco con la misión de despejar el paso, pero que no sabe nada más.

Me deja bastante intranquilo, para qué negarlo, ya me las he visto con esos nigromantes (cuando conocí al Guardia Rojo) y son peligrosos y bastante poderosos en las artes arcanas. Hablamos unos minutos más de la ciudad, las granjas cercanas y demás antes de despedirme del elfo y encaminarme hacia Hibernalia.

El camino no está exento de peligros y la guerra civil parece recrudecerse en estas latitudes. Si bien son los Capas de la Tormenta (los rebeldes) quienes controlan la región, son bastantes las patrullas de los imperiales que me cruzo durante el camino. No son tan agradables como los que me encontraba en los alrededores de Carrera Blanca, imagino que el clima tan extremo endurece a cualquiera. Pocas horas después de partir, con el mismo frío pero con un radiante sol en lo alto, llego al Aserradero de Anga, donde aprovecho y desayuno un poco de fruta y bebo algo de aguamiel (que con este frío está exquisita) para reponer algunas fuerzas y asentar el estómago.

Con suerte me libraré de la tormenta que parecía arreciar.

Muchas patrullas legionarias en la región.

Aserradero de Anga, un descanso en el camino.
Varios imperiales atacando una patrulla rebelde

La legión envía patrullas muy numerosas a esta región.

Los rebeldes caen sin practicamente ninguna opción.
A mediodía y siguiendo la estela de los imperiales que se dirigen al norte (más por la protección que por otra cosa), llegamos a lo alto de una loma donde, salida de la nada, nos ataca una enormísima araña (producto sin duda de artes mágicas, es la única explicación) que debilita enormemente a la partida imperial. Pocos minutos después del ataque del octópodo son los rebeldes quienes se lanzan a por los imperiales remanentes, que están malheridos y cansados... presa facil para una patrulla de capas de la tormenta bastante bien organizada y que han tomado la encrucijada del fuerte Kastav como base de operaciones.

Al pasar cerca de uno de los soldados caídos, siento como un pequeño zumbido, una especie de vibración cercana a mí que me atrae hacia este. No soy el único que está saqueando los cadáveres, varios capas de la tormenta y viajeros aprovechan estos escenarios para conseguir objetos, armas y armaduras que luego puedan usar o vender. Al acercarme veo que el soldado tiene un extraño amuleto fabricado en madera con un fuerte componente mágico. Tengo que aprender todavía a desentrañar estos componentes pero al ponérmelo (un acto imprudente, sin duda) siento cómo la canalización de mi magia resulta más fluida y que me recupero más rápido cuando lanzo un hechizo. 

Coloco al cadaver en posición digna, con los brazos en cruz y mirando al este, y continúo mi viaje hacia Hibernalia, pero sin compañía puesto que los rebeldes no se adentran mucho más en el camino y no son pocas las advertencias que me hacen sobre el fuerte tomado por los nigromantes... ¿qué me aguarda allí?

¡¡Una araña gigante nos ataca!!

Los Rebeldes organizándose en el cruce a Fuerte Kastav

Un amuleto mágico entre los enseres de un soldado

A los pies del cartel, los caídos en la batalla.

El camino hacia Hibernalia, rumbo al norte hasta el confín del mundo.
 Poco rato después del encuentro en la encrucijada diviso a lo lejos una fortificación que, sin duda alguna, es el fuerte que todos tienen en la lengua. Desde la lejanía no parece que haya movimiento, más bien parece una ruina abandonada largo tiempo atrás, en cualquier caso intento ser discreto y me agazapo entre las rocas mientras avanzo por un lateral del camino.

El enclave es realmente estratégico, domina el paso del camino y resulta un fortín inmejorable. No me extraña que los nigromantes tras capturarlo lo hayan establecido como base. Cuando llego a la cima de la colina que domina el fuerte escucho a lo lejos el sonido de una batalla, más concretamente varias explosiones y el característico sonido del hechizo de "chispas". Sin duda los nigromantes están atacando a algún indefenso viajero. Me atrevo a avanzar un poco... una imprudencia que casi pago con mi vida.

Uno de los nigromantes, por lo que veo especializado en destrucción como yo (pero sin duda con más experiencia), me detecta y me lanza un ataque demoledor contra mí, que estaba escondido entre unos arbustos. Todo a mi alrededor arde, los arbustos se han prendido y me obligan a salir de un salto y rodar un poco por la nieve mientras intento buscar un lugar firme donde apoyar el pie e incorporarme. El mago me sigue la estela lanzando rayos que se quedan muy cerca, cuando ya por fin soy capaz de incorporarme. Y justo a tiempo para saltar de nuevo y esquivar otra andanada de rayos ígneos, pero esta vez se los devuelvo impactando de lleno en el mago que, imagino que ya estaba herido, cae derrotado y ardiendo.

Apoyo una rodilla en el suelo, intentando recuperar el aliento y observo cómo una patrulla imperial se encarga, junto a otros aventureros, de eliminar a unos esqueletos que habían invocado los nigromantes. Envalentonado, puesto que la batalla se presentaba favorable, presto mi ayuda arcana a los soldados que lo agradecen y recrudecen el ataque contra los malignos hechiceros que poco pueden hacer ante la ofensiva combinada de mis habilidades arcanas con el cuerpo a cuerpo de los soldados y un arquero de apoyo. En pocos minutos la batalla ha terminado y se respira tranquilidad en el paso del Fuerte Kastav.

La aproximación al paso es tranquila, sin nadie a la vista.

A lo lejos explosiones y ruidos de combate.

Entre los arbustos, diviso la refriega con los nigromantes como protagonistas.

Me sorprende uno con quién tengo un combate singular.

La ofensiva continua y apoyo a los imperiales contra los hechiceros.

Caos en medio de la batalla.

De la que salimos triunfantes.
No será la última vez que mencionemos el nombre de Fuerte Kastav porque se encuentra, precisamente, entre Ventalia e Hibernalia y el rodeo que hay que dar para evitarlo es imposible (sin asumir más riesgos que los ofrecidos por este fuerte). He tenido MUCHA suerte de que hubiera una refriega y estuvieran los imperiales por ahí, porque normalmente (con otros personajes) he llegado allí y me he encontrado docenas de esqueletos y claro, ahora mismo soy carne de cañón y he de ir con mucho cuidado porque el más mínimo despiste y Sheen acaba muerto.

7 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho como has descrito al combate y al fuerte ;)

    A ver cuando llega Sheen a Hibernalia!

    (Y ya quiero ver el primer encuentro con los Thalmor jejej)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una cosa que te quería preguntar y me olvidaba, ¿por casualidad sabes (Vos o alguien por aquí) algo sobre algún foro de rol sobre Skyrim?

      Gracias!

      Eliminar
    2. http://elderscrolls.es/ no está en su mejor momento, pero aún quedamos unos pocos jugadores que se pasan a menudo.

      Eliminar
    3. Como dice Handon, ese blog está especializado en Skyrim. Por allí pasé a promocionarlo, aunque lo tengo un poco abandonadillo, a ver si me paso en estos días y actualizo.

      También visito 3djuegos.com y clandlan.com ambos tienen foros específicos para el juego.

      Eliminar
  2. Buen capitulo, muy interesante la batalla. Aún recuerdo mi primera visita al Kastav, iba con un guerrero y sin ayuda, de no ser porque llevaba un escudo especial que desviaba la magia y muchas pociones, no hubiera salido de allí xD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por cierto, el segundo párrafo tiene varios errores,,irar sospechosamente creo que no se puede decir, en todo caso sería perspicazmente. Y al final, creo que sobra un es allí.

      El resto del texto genial, ninguna otra falta ^^

      Eliminar
  3. Uhm... es cierto, no queda del todo bien. Quería decir que miraban con sospechas a Sheen :)

    Me quedé alucinado con el despliegue de Fuerte Kastav... pero es que con el Warzones, se multiplica porque hay una zona de batalla al lado, y se montan unas batallazas de impresión.

    ResponderEliminar