viernes, 16 de agosto de 2013

El Nuevo Rey -Capítulo I. Sangre, oro y malas amistades-

A quién pueda interesar:
[Escribo estas líneas en mis últimos días de vida, no me arrepiento de lo que hice
sólo espero que los dioses sepan expiar mis pecados y permitirme entrar en el reino
de Sovngarde. Desde el final de la batalla de Hibernalia, las cosas han cambiado,
y no precisamente a mejor, Tulio se retiró y actualmente pasa sus días en una finca
a las afueras de Soledad. El Emperador Tito Mede II fue asesinado por un miembro 
de la Hermandad Oscura, y Ulfric Capa de la Tormenta sucumbió en la Guerra Civil.]
[Después de la batalla, el mismísimo emperador se dirigió a nosotros, yo sólo era un muchacho imberbe y alocado, pero habíamos servido bien y tras la batalla fuimos condecorados y manumitidos.]

-Soldados, hoy habéis prestado un gran servicio a Skyrim, el pueblo y nadie mas que yo estamos agradecidos con vuestro coraje y arrojo al combate, por ello, os concedo el permiso de abandonar el ejército imperial, con una buena paga de por vida y terrenos en las comarcas vecinas. El emperador nos dio a todos aquel día un sello real, y un pergamino con nuestras futuras tierras, yo personalmente hubiese preferido quedarme a combatir, pero por aquel entonces ya había conocido a mi amada Brynja, y me decidí a formar una familia.

[El terreno que me fue concedido se encontraba a las afueras de Soledad, una tierra fértil, un granero y un establo, una buena finca en general. Mi prometida Brynja y yo esperábamos el día en que Mara nos uniese en matrimonio, y Brynja me recordaba a cada momento lo felices que éramos, desde luego todo era demasiado bueno para ser real. Y al final nos decidimos, y preparamos el enlace para la primavera siguiente.]

[Y llegó el gran día, después de prepararlo todo concienzudamente llegó el día, marchamos a Riften, al templo de Mara, donde Maramal nos esperaba. La ciudad estaba tranquila, apenas se había recuperado de la guerra, y la gente no veía con buenos ojos una boda en un momento como este. Entramos en la capilla de la mano, todas nuestras amistades esperaban impacientes el inicio de la ceremonia, pero había algo que no me cuadraba, alguien a quien yo no conocía..., pero tenía el presentimiento de que no tardaría en descubrirlo...]


-Yo Maramal, sacerdote de Mara, os otorgo las alianzas que marcan un antes y un después en vuestras vidas. El sacerdote nos entregó los anillos, nos los pusimos.

[Fue entonces cuando el hombre al que yo no conocía se incorporó, se acercó para darnos la enhorabuena, estrechó mi mano, era fría, gélida, como muerta, pero fuera hacía frío y no lo tomé en cuenta, me sonrió, le faltaban algunos dientes y tenía la mirada enturbiada, sin duda había estado bebiendo, o eso pensé entonces. Después se dirigió a Brynja, besó su mano y la abrazó, debían conocerse de algo, pero al soltarse, el inmaculado vestido de mi querida esposa empezó a mancharse, hasta las rodillas, hasta empapar el suelo del templo..., ese hombre era un asesino..., Brynja..., lo siento, no pude hacer nada...]

Yo soy Valdemar, y esta es mi historia

Recuerdo haberme desmayado, entre todos los asistentes me desperté en el suelo, recuerdo a la madre de Brynja, abrazada al cadáver sin vida de su hija llorando, Ornaf, su padre, permanecía de pie, impasible, con la mirada clavada en mis ojos, esos ojos negros que tanto temía cuando empecé a cortejar a Brynja..., mi Brynja..., debo vengarme, ese asesino debe morir, averiguaré donde está, le buscaré y le mataré...

-¿Ya has despertado chico?. Oía una voz cercana, casi conocida. -Incorpórate despacio, te diste un buen golpe al caer. La voz sigue hablándome, pero no puedo abrir los ojos, no quiero abrirlos. 
-Vamos chico, ¡que pensará tu familia política!, tu padre se ha marchado para Ventalia, Brunwulf Invierno Libre ha muerto, y los consejeros se reúnen para decidir quien gobernará la ciudad y la comarca, ¡vamos levanta!. Sentí como un par de brazos fuertes me asían por los hombros, y me encontré de pie, frente a mi, la voz que me hablaba cobró rostro, un rostro antiguo y demacrado, no le conozco, pero su voz me produce seguridad y calma.

-¿Quién sois?. Pregunto. -¿No me recuerdas?, claro, ha pasado mucho tiempo y tu sólo eras un mocoso llorón, soy tu tío Argos. Me sonríe, ¡sí!, le conozco, es verdad que es mi tío Argos que marchó a tierras lejanas siendo yo un niño.

Mi tío me ayuda a incorporarme, me agarra por el brazo y me saca del templo, forcejeo con el, quiero ver el cadáver de mi esposa, pero no me lo permite, ¿que quiere de mí?. -Escúchame, no debes volver dentro, debes marcharte, búscame en Ventalia dentro de dos días, no hables con nadie, oculta tu cara, pasa por un vagabundo, por lo que sea pero que nadie te vea la cara, que nadie te conozca, ahora tengo que marcharme. Recuerda, dentro de dos días te estaré esperando en la puerta de Ventalia. No entiendo nada, pero mi tío se marcha sin darme tiempo a comprender nada ni a asimilar la pérdida de mi querida Brynja, pero obedezco, me pongo camino de Ventalia, tomo ''prestada'' una capa vieja y un sombrero de paja de una ventana, me embadurno de heces de animales y marcho a Ventalia con lágrimas en los ojos y un dolor insoportable en el corazón.

[El camino a Ventalia transcurrió sin altercados, casi nadie viajaba en  esos días, aún tenían miedo de la reciente guerra, pero yo debía continuar. Dos días de caminata forzada me llevaron a las puertas de Ventalia, ciudad fría, desagradable y peligrosa.]

Espero a mi tío en la entrada de la ciudad, no le veo, pasan las horas y sigue sin venir, ¿le habrá pasado algo?, no lo se, pero sigo esperando. Era casi media noche cuando uno de los guardias de la puerta se acerca a mi, pone su mano en mi hombro y me invita a acercarme al brasero en el que otro guardia intenta por todos los medios avivar sus congeladas manos. -Eh amigo, ¿porque no te acercas al brasero?, esta noche será muy fría y puedes perder algún dedo por ello, ven, acércate hombre. Paso junto a el y me da una palmada en el brazo.
El otro guardia estaba congelado, carámbanos de hielo le corrían por la barba y el bigote, tiritaba de frío y tenía los dedos de las manos tan morados que no podía saber si eran dedos o raíces de algún árbol.
-Por los Nueve, que frío, ¿porque cambiaría yo esta guardia?, mejor estaría limpiando las letrinas de mierda caliente hasta la cintura, sólo de pensarlo me dan ganas de desertar, no soporto el frío. El guardia congelado intenta entrar en calor con un baile que resulta casi cómico, mueve los brazos y flexiona las rodillas en busca de algo de calor que mueva sus agarrotados músculos.

No pasó mas de una hora cuando, entre la ventisca apareció una sombra, robusta y esbelta, arrastrando una gruesa capa negra de oso de las cuevas, veo el parche en el ojo derecho y la barba grisácea llena de carámbanos, en su pómulo derecho, una grotesca cicatriz producto sin duda, de algún combate. Es mi tío, al fin está aquí, quizás ahora pueda explicarme porque me ha echo venir hasta aquí.

-Querido sobrino, ¿fue bien el camino hasta aquí?, ¿porque pones esa cara?, tampoco hace tanto frío. Ríe, al contrario que el guardia congelado, que le mira y hace una mueca de repudio. -Ven, sígueme, tenemos que hablar con alguien y luego te explicaré de que va todo. Le sigo, pasamos las puertas y nos adentramos en lo mas profundo del barrio gris, está desierto, nadie camina por las calles, las tabernas están cerradas, pero nosotros no vamos a una taberna cualquiera, vamos al garito de la esquina, famoso local dunmer. En la entrada, un enorme guardia nos deja pasar al ver quienes éramos, tras la puerta, bajamos unas escaleras y vamos a encontrarnos con dos dunmer mas, uno de ellos delgado, tan delgado que el aire del exterior sería suficiente para levantar sus pies del suelo, y el otro robusto, fuerte y tan alto como el guardia de la puerta, ambos nos miran y sonríen.

-¡Al fin estás aquí!. Dijo el delgado mientras abrazaba a mi tío. -Ya pensábamos que no vendrías, y en qué momento, como siempre cuando las cosas van mal, siempre podemos contar con Argos para que vayan aún peor. Ahora es el grande quien abraza a mi tío entre sonoras carcajadas. -¿Este es el pequeño Valdemar?, cómo a crecido desde la última vez que le vimos, ¿has visto Ilic?, el enano babeante ha crecido. El dunmer delgado se acerca a mi y me examina con la mirada, se ríe y me da un golpecito en el hombro con el puño, no los conozco pero parece que ellos a mi sí.

[Hago una breve pausa para explicaros quienes eran estos fulanos y de qué conocían a mi tío. Mi tío Argos marchó a Morrowind con una expedición formada por once miembros todos dunmer menos mi tío, entraron en una cripta en busca de un objeto que decían les haría ricos, una corona. De los once que marcharon sólo tres regresaron, mi tío Argos, Ilic y su hermano Bilic, no se de donde vienen sus nombres pero no suenan muy dunmer, yo nunca lo supe.]

Mi tío y yo seguimos a los dos dunmer hasta una gran mesa en la que nos sentamos, como de la nada, una dunmer aparece con una bandeja llena de jarras de aguamiel, bebemos, entonces mi tío me mira y me dice: -Bien sobrino, creo que ha llegado el momento de contarte lo que está sucediendo y lo que va a suceder, recuerdas la boda ¿verdad?, bien, recuerdas también al hombre que te saludó a ti y a tu difunta Brynja, el que la mató. Pues bien, ese hombre es un Viajante del Tiempo, ¿sabes por donde voy?. Realmente ni siquiera se porque estoy aquí, debería estar dando sepultura a mi querida esposa, pero decido no interrumpir. -Los Viajantes del Tiempo son una asociación, aún peores que los Thalmor, mas crueles, mas organizados, con mas contactos, se trata de soldados entrenados desde su nacimiento, asesinos sanguinario, casi invisibles, que se venden a aquellos que tienen suficiente dinero como para tener enemigos en las altas esferas. Bilic escupe en el suelo, bebe un gran trago de aguamiel y se acomoda en la silla escuchando el relato de mi tío. 
-Ponte cómodo grandísimo holgazán, ¿puedo continuar?, bien, pues el Hecho de que atacaran en el día de tu boda no es una coincidencia, querían dejar un mensaje a tu padre, futuro Jarl de Ventalia, y miembro del Nuevo Consejo, que decidirá dentro de pocos días quien será el rey supremo, ahora que Ulfric el Usurpador a muerto, y Elisif se a marchado al exilio. Seguramente, uno de los miembros del Nuevo Consejo quiera librarse de los otros, y hay es donde encajas tu en todo esto, tu padre me avisó de la situación, pero temo que no llegué a tiempo de salvar a tu bella esposa, lo siento de veras, pero aún estamos a tiempo de salvar Skyrim. No sabía porque, pero algo no iba bien, desde donde yo estaba sentado se veía una ventana, de noche, hasta el mas mínimo ruido se hace perfectamente audible, pero no se oía nada, y una oscura sombra parecía moverse tras el ventanuco. Me acerco a mi tío y le advierto en voz baja de que nos están espiando, rápidamente, mi tío saca un cuchillo del cinturón y lo lanza contra la ventana. Un grito sordo, y no se oyó nada mas.

Pero para cuando salimos al exterior, ni cadáver, ni sangre, ni rastro que seguir, sólo una nota: 
''Esta vez no''



Primer capítulo de la historia, para mejor comprensión de la misma os dejo una leyenda:

- [Naranja] Para definir los pensamientos de quien escribe.
. - [Verde] Diálogos.

Salve Compañeros.





























No hay comentarios:

Publicar un comentario